martes, 27 de mayo de 2014

Segundo premio de Relato. Nivel B

El colgante

Colgantes artesanales de http://artesaniacueluna.wordpress.com/

Todo ocurrió una fría tarde de invierno. Me encontraba sola en casa, tumbada en el sofá viendo la televisión. No había nada interesante que ver, por lo que me eché una siesta. Tuve una pesadilla muy real: un hombre con cabeza de carnero me perseguía por las calles de mi pueblo y yo no podía huir de él. Al final me atrapaba y me susurraba unas palabras incomprensibles al oído mientras depositaba en mi mano un colgante con un rubí en el centro. Me desperté muy agitada y decidí salir a despejarme.

Mi excursión se alargó un poco más de lo previsto y cuando me di cuenta, me había perdido en el bosque cercano a mi casa. Di vueltas y vueltas, pero tenía la sensación de que andaba en círculos. Empezó a anochecer y me puse muy nerviosa.  Corrí y corrí hasta que llegué a un extraño claro. En el centro del claro había una especie de mesa hecha con piedras y alrededor de ella había un círculo con rocas con extraños símbolos grabados en ellas. Pensé que sería una buena idea quedarme allí a dormir, mejor que pasar la noche entre la espesura del bosque. Me tumbé en la mesa y me dormí. Volví a tener ese extraño sueño, pero esta vez, entendí a la perfección lo que me quería decir aquel extraño ser: ‘Eres la elegida’.

Me desperté extrañamente tranquila. Entonces lo noté, tenía algo en la mano. ¡Era el colgante de mis sueños! Me asusté y lo intenté tirar al suelo, pero una extraña fuerza me lo impedía. Me lo coloqué alrededor de mi cuello y noté una fuerte quemazón justo donde me rozaba el rubí. Al apartar el collar vi que me había dejado una quemadura con forma de estrella invertida. Debía regresar a casa y destruir ese maldito collar. Extrañamente, salí del bosque muy rápidamente, como si me supiera el camino. Mis padres casi se echan a llorar cuando me vieron llegar, estaban muy preocupados por mí. Yo les expliqué mi ‘excursión’, pero omití los detalles de mi sueño y la aparición del colgante.

Al día siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza y con fiebre. Mi madre insistió en llevarme al médico y fuimos después de desayunar. Después de esperar una interminable hora en la sala de espera, pudimos pasar. Cuando me quité el abrigo, el colgante quedó al descubierto y mi madre me preguntó que de dónde lo había sacado y yo le dije que me lo había encontrado tirado por la calle. El médico tenía que ver si respiraba con normalidad, por lo que me tuve que quitar la camiseta. Entonces lo vieron. La marca estaba al rojo vivo, parecía que tenía luz propia. Mi madre se puso a chillar,  el médico se quedó blanco como la cal. Yo me asusté, no sabía lo que esa marca implicaba. Mi madre trató de quitarme el colgante pero se quemó los dedos en el intento. El médico hizo sentar a mi madre mientras le vendaba los dedos y le explicaba algo que no logré escuchar mientras me miraban fijamente. Después de un rato incómodo, se acercaron a mí y el médico me explico con calma que lo que tenía en el pecho era una marca del diablo y que el collar que había encontrado era un colgante maldito que no me lo podría quitar jamás, hasta que el demonio de mis sueños viniera a por mí. Mi madre me pidió que por favor les explicara todo lo que había ocurrido la tarde en la que me perdí. Cuando acabé mi relato, mi madre estaba más agitada que antes y me agarró por un brazo para sacarme de la consulta lo antes posible. Al llegar a casa, me lo contó todo: ella también tenía ese símbolo, otras personas del pueblo también lo tenían. Tener esa marca en el pecho significaba que el diablo te había escogido como servidora para toda la eternidad. Si no cumplías sus órdenes, te arrastraba al infierno con él. Yo no quería servirle, me daban igual las consecuencias, aunque a mi madre le dije lo contrario.

 A medianoche alguien me sacó de casa en el más absoluto silencio. Cuando salimos a la calle, el desconocido me tiró una capa. Sin preguntar me la coloqué y la persona oculta bajo la capucha reveló su identidad. ¡Era mi madre! Caminamos durante un largo rato hasta llegar al claro donde recibí la marca. Mi madre sacó de una bolsa un montón de plantas y ungüentos extraños y los dispuso en orden. Después me indicó que me tumbara en la mesa central y así lo hice. Mientras, ella empezó a untar todas las rocas con esas sustancias y empezó a susurrar unas palabras incomprensibles. Poco a poco, las piedras empezaron a brillar y a ponerse de un color rojo incandescente. La mesa donde me encontraba tumbada empezó a aumentar su temperatura y pasó de un agradable calorcillo a un bochorno sofocante. Empecé a chillarle a mi madre que parara, que me estaba quemando, pero ella parecía no escucharme. El espacio que había entre el círculo de piedras y yo empezó a desaparecer y los cánticos de mi madre se hicieron más estridentes. Ante mí surgió una figura muy familiar: ¡el hombre con cabeza de carnero de mis sueños! El demonio se acercó a mi madre y empezaron a hablar entre ellos:

-Has hecho bien, Marie.
-Gracias mi señor-dijo haciendo una reverencia-.Debía hacer lo correcto.
-Me llevaré a la chica, tal y como pactamos.
-Sí, mi señor.

Entonces me di cuenta, ¡mi madre me había vendido al demonio!

-¡Mamá! ¡No puedes hacer esto!-Dije desesperada.
-Sí puede, lo ha hecho-dijo el diablo riéndose-. Gracias a eso, tu madre es libre de servirme.

Dicho eso, una luz empezó a brillar en el pecho de mi madre, la marca había desaparecido. El diablo me agarró la mano y, como por arte de magia, la mesa en la que me encontraba se empezó a hundir, arrastrándome hasta lo más profundo del infierno.

Ahora, me encuentro sometida a las torturas más dolorosas que una persona puede imaginar. Cada día, me vuelvo más fuerte, más cruel y más despiadada. Porque jamás perdonaré a mi madre por lo que me hizo, esperaré todo el tiempo que haga falta hasta que pueda regresar al mundo de los vivos en forma de diablo y entonces, podré cumplir mi venganza.

Miriam De Francisco
2º ESO C

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